La Iglesia Católica se niega a dar de baja a los que mantiene censados como fieles desde que recibieron indefensos el sacramento bautismal. Aunque sea obvia mi no pertenencia a tal institución, sus estadísticas me incluyen forzosamente en ella, y por tanto se supone que me otorgan el derecho a opinar como "católico". Más allá de la ironía, lo aprovecho para firmar en favor de la parroquia de San Carlos Borromeo de Vallecas, infeliz heredera de la teología de la liberación, hogar de los que nunca tuvieron uno, ejemplo imborrable de opción por los pobres. Amenazada de cierre por la jerarquía vaticana.
¿No la recordáis? Allí estuvimos obtusamente encierrados durante las movilizaciones contra de la Ley de Extranjería en el Año del Señor de 2001, y por supuesto que perdimos, pero la geografía de la derrota también se merece una liturgia. Allí vinieron todos los cubos del mundo a darnos con el ídem en la cabeza, y bien que intentamos defendernos a pesar de que los tiempos no nos fuesen propicios (y claro que no lo fueron). Pues sí, estos hombres con alzacuello (que se niegan a llevar) son los nuestros; de algún extraño modo, o quizá no tan extraño, son los nuestros, los ahora y siempre perseguidos, como corresponde al reinado de ese Papa nostálgico de las Cruzadas.
Pero quería rendir tributo a Óscar Romero, Manuel Pérez, Ignacio Ellacuría, Juan XXIII, Helder Camara, Camilo Torres, a sus insobornables discípulos... Omnia sunt communia.
Sempre ceibes.
PD. Para firmar en solidaridad: www.sancarlosborromeo.org sección Apoya a la Parroquia. En el nombre de los personalísimos y escasos mitos que todavía atesoramos, Amén.
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