De momento, la saturación me puede. Estoy cansado y estoy harto, y si sigo escribiendo en este estado de ánimo no sé si llegará el día (im)probable en que el macarthismo triunfante llame a la puerta para aplicarme el "derecho penal del enemigo". Por cierto, ¿llamarán a la puerta? Quién sabe, cada día innovan más, cada día reprimen más y a nadie le importa un carajo.
También hay otros motivos de cierre: llevo mal el pensar que lo que escriba en el ámbito individual pueda ser reinterpretado, que acrecente mi nula capacidad para las relaciones personales hasta límites insalvables. Hace meses, lo primero que apunté en estas notas inciertas fue la necesidad de transitar la relación dialéctica entre lo real y lo imaginario hasta donde ésta me llevase. Pues bien, esto es todo amigos. Gracias por leerlo y por vuestros preciados comentarios (me hicieron pensar; me hicieron aprender; me hicieron sonreír). Como ni Marx ni Kortatu tenían razón, parece que nos veremos en los bares, en lugar de en la barricada a las tres. Espero por lo menos que con guitarras eléctricas de fondo. Un gran abrazo.
Hasta la victoria siempre
