viernes, 21 de mayo de 2010

RAINBOW IN THE DARK

Uno descubre que el gran Ronnie James Dio no era inmortal, ni hizo un pacto con el diablo como Robert Johnson para no envejecer nunca encarnando el rock n´roll, y que pueden arrebatárnoslo dejando en infinita tristeza al mundo.
Uno descubre que su propio discurso tras tres o cuatro quiebras que no consiguen encubrirse como cortes epistemológicos porque no lo son ni por asomo no va a ninguna parte, y en vez de otro discurso prefiere bordear la contradicción principal en el cerebro una vez más, pasar el tiempo de un lugar a otro sin pensar en adentrarse en nada nuevo porque no hay nada viejo ni nuevo que hacer, simplemente de un lugar a otro visitando a las personas que valen la pena y huyendo de algo desconocido y finalmente echando de menos a Ronnie James Dio.
Uno se da cuenta de que salir de España, esa pseudoutopía, tampoco era el camino, y se queda huérfano de opciones de vida y temporalmente sin ganas de luchar otra y otra vez.
Uno presupone que no sabe si las ganas, pero el impulso retornará sin remedio cuando el próximo cabrón de esos que me asedian se ponga enfrente, y ese es mi problema mi problema mi problema, mi forma de contribución al arte y mi problema.
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Uno intuye que a Ronnie James Dio le horrorizaría que alguien que le citase intercale todo este "sentido trágico de la existencia", y acto seguido nuestro superhero del metal aparecería de pronto surcando el arcoiris para espantar las nubes negras (Like a rainbow in the dark). Porque para Ronnie James Dio querer matar siempre al dragón no es un problema, y lo que hay que decir ahora es Long Live Rock n´Roll y sentirlo también, carajo, y sentirlo.