martes, 27 de marzo de 2007

CONFIESO QUE

NO CREO en la educación como instrumento de transformación de nuestras sociedades; en los movimientos sociales (pequeñas causas para pijos de izquierda) como medio de intervención política; en las clases trabajadoras europeas (que en realidad pertenecen a la clase social de sus aspiraciones, a su estúpido arribismo irrealizable) como sujetos subjetivamente explotados; en los ciudadanos ni en la ciudadanía; en el marxismo occidental (liberalismo camuflado de algunos pseudoelitistas hijos de la Ilustración); en los proyectos de vida; en los motivos para amar.
CREO en las luchas de liberación nacional y social como pensamiento-guía (filosofía de la praxis), en la destrucción como argumento de repuesto y en el caos como forma de vida.
Aunque a nadie le importe, entre delirios, no creo y creo.

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