Hoy es el homenaje a Clara Campoamor, y no puedo dejar de pensar en aquella ponente del curso sobre feminismo que dijo que los objetivos de Clara Campoamor, Margarita Nelken y Victoria Kent eran los mismos. Curiosa identidad, aquella que identifica estar a favor del sufragio universal femenino con estar en contra. Que nada obstruya el rendimiento del discurso... La caja registradora suena más alto que en un disco de Pink Floyd, y el comunitarismo femenino alza su manto.
Porque la equiparación minusvalora la lucha. No es inocente el borrado de toda una generación de mujeres, las que encajarían como pioneras, tan incómodas muertas como lo fueron vivas, y por eso homenajeadas en falso o invisibilizadas. Una de las invisibilizadas, por ejemplo, Filomena Dato. ¿Quién? Pues Filomena Dato. Ni candidata al Día de las Letras Gallegas, para el que hay que escoger a mujeres, pero a mujeres más fashionables. Sin ápice de religiosidad. Con capacidad para vender libros y empatizar con sus vidas, en lugar de rememorar sus circunstancias, viajar al pasado y conocer la situación de las mujeres en él.
Filomena Dato es la autora del gran poema gallego "En defensa das mulleres", y su lectura nos ofrece unas cuantas paradojas, además de dignidad feminista y combate igualitario. Tal como comienza, En grave empeño me poño / pra poder saír con ela / pois defender ás mulleres / non é cousa pra un calquera. Las que se pusieron en ese empeño de exposición, denuncia y reivindicación, en ese grave empeño que no hizo cualquiera, es a quienes hay que retribuir moralmente -por las penurias sufridas en consecuencia-. Retribuir moralmente desde el avance en la lucha iniciada. Para lo cual, tiene que haber una genealogía de esa lucha.
Y he aquí la contradicción de discursos, a raíz del poema. Filomena Dato (1856-1926) reivindica la igual capacidad de las mujeres. Enfrenta la discriminación en el ámbito intelectual y científico. Expone una realidad, la de sus años, así descrita:
Os que negan â muller
intelixencia e talento,
a millor contestaceon
cicais que fose o disprecio.
¿D’ ónde sacaron qu’ as almas
teñen com’ os corpos seuso?
Porqu’ as probes d’ as mulleres
nunca tiveron enseño
como os homes, qu’ eran tontas,
os homes tontos dixeron;
Estos versos se escribieron en 1887. No expresan la atemporalidad del patriarcado -aunque exista-, sino que expresan que el feminismo, el Ayuntamiento, el Banco, las autoridades educativas, están vendiendo un discurso de 1887, sin la realidad de 1887. Afirman que se cree que las mujeres no sirven para la ciencia, cuando no conozco a nadie que piense eso. Animan a que las mujeres tomen conciencia de que pueden ser iguales intelectualmente, poniéndolas para ello en una posición de desigualdad desde el feminismo. Después del feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia, llegó el feminismo de la inferioridad. Las mujeres necesitan una especial protección porque son inferiores. Y por ello, frente a la barbarie del pensamiento y la ignominia, hay que rendir homenaje a las mujeres que avanzaron hacia la igualdad, conociendo cada avance, hasta ejercer esa igualdad de forma plena, en la estela de las precursoras, que lo hicieron contra viento y marea para que las generaciones sucesivas tuviesen sus hombros para subirse sobre ellos y otear, otear las vidas posibles que se abrían, que en realidad se abrieron.
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