viernes, 2 de septiembre de 2011

ROMPER PAPELES, ABANDONAR PASADOS

¿Es romper papeles viejos y llenos de polvo guardados en cajones un ejercicio liberador? ¿Renovador? ¿De construirse un presente sin cadenas? ¿O es un reflejo de un presente despojado de significados, de identidad, de cosas que te gustó sentir y ahí estaba el testimonio, ahora destinado al sumidero de lo que no volverá ni como recuerdo periódicamente revisitable?
Carvalho tiraba los libros a las llamas de la chimenea, pero eso me toca la semana que viene. Hoy fue el turno de asesinar la escritura. Poemas descartados, borradores de cartas, intentos de novelas y hasta de una miniobra de teatro... Sin relectura, sin arrepentimiento, cuatro pedazos y a la bolsa de basura azul gigante. Incluso me encontré un proyecto de relato metafísico que no guardaba en la memoria y que no parecía malo del todo. No cedí a la tentación, pues el ritmo de la destrucción debía proseguir.
En el contenedor de enfrente de mi casa descansan irreconocibles antiguas locuras como las notas para los ensayos "El enemigo de clase es el enemigo de clase", "El amor es el opio del pueblo", "El arte como praxis transformadora-emancipatoria", o el esquema de la contradicción dialéctica entre lo real y lo imaginario en el que lo imaginario ganaba su hegemonía por goleada.
Ahora que no existen, pueden defenderse como hazañas. La hazaña de crear, amar y resistir en cuanto fue concebible.

2 comentarios:

A.O. dijo...

PD. Acabo de encontrar "El arte como praxis transformadora-emancipatoria". No me había desecho de él. ¡Qué horror! (Y cuanto posmodernismo, jaja)

Max Brod dijo...

En serio me vas hacer rebuscar entre la mierda del vertedero de Getafe?