jueves, 27 de diciembre de 2018

Del nuevo feminismo

15M - 8M. Dormíamos... Despertamos, decían también las portavoces del 8M. O lo que es lo mismo, no hubo verdaderas mujeres hasta que llegaron las representantes oficiales de las mujeres. Para justificar su liderazgo, deben entonces reducir a escombros a todas las mujeres reales que hemos conocido. En la historia de las mujeres que nos venden no caben, quedan redefinidas como meros sujetos pasivos. No encajan en la presunta epopeya de la liberación que las dirigentes necesitan.
Así, no hubo mujeres auténticas antes de 2018. Curiosamente, obligan a las mujeres a verse a sí mismas retrospectivamente a través de un prisma machista, en el que deben incardinar toda su experiencia pasada, negando su autonomía y su personalidad. Antes del 2018, todas las mujeres fueron un juguete del patriarcado y no hicieron nada que valiese la pena, nos dice este extraño feminismo. Salvo, por supuesto, algunas mujeres señaladas sobre las que se escriben libros. No porque les interesen especialmente, sino por poner algo sobre lo que proyectarse a sí mismas.
Existe un mecanismo extraño. Cristianos renacidos como Bush, musulmanes renacidos como el Isis, kilómetros cero como el 15-M, mujeres renacidas como el último 8-M. Aunque algunos ya cuentan sus votos y ya disponen engendros comunitaristas para clavar el ataúd de la democracia, hay demasiadas mujeres de carne y hueso, ajenas a ese 90-60-90 de la falsa teoría. Demasiadas mujeres que nunca estuvieron dormidas, como para que la miseria de la filosofía les alcance y las abata. Ellas harán la liberación palmo a palmo. Como siempre han hecho, desde que el mundo es mundo.

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