El otro día pensaba en Wendy O Williams. Pensaba en qué pensaría Wendy O Williams de las portavoces del feminismo cuando pretendiesen hablar en su nombre. Pensaba en qué pensaría Wendy O Williams de las cuotas de género.
Wendy O Williams se lanzó como un coche en marcha contra todos los que la oprimían. Le hicieron sufrir... lo indecible. Pero siguió lanzándose mientras tuvo fuerzas.
Las representantes del feminismo son a las mujeres lo mismo que los liberados sindicales a los trabajadores. Extraen, en términos de L. Silva, una plusvalía ideológica de la opresión de sus representados.
Wendy O Williams no dejaría que nadie pensase por ella. No es de extrañar que nadie la reivindique, tampoco, evidentemente, ningún feminismo amaestrado generosamente lucrativo.
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