Un
voluntarismo atroz. Eso era lo que exigía la operación que se iniciaba. Tras
largos años de silencio y una breve estancia en el infierno, aquí estaba, again
and again. Parecía recuperado. El abismo nunca le abandonaría, pero había
tirado la llave del abismo. No le llevarían allí otra vez, no lo permitiría
mientras le quedase algún cargador en el alma.
A.O. derribaba la puerta
de la eternidad, las palabras se agolpaban frente al teclado. La seriedad que
últimamente le había arribado, permanecería, pero la intensidad del voltaje
recobraría su ritmo. El punk-rock. El punk-rock reapareciendo en el cerebro.
Forgotten boy. Search and destroy. Ron Asheton salvando mi cuello, santo
protector, mientras Iggy señala el camino y ese riff se instala en mis neuronas
bajo reproducción infinita, se asienta en ellas y evita que nada malo pueda
pasarme.
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