viernes, 9 de noviembre de 2018

Dentro del blues, del Abattoir Blues

Leonard Cohen estaba sobrevalorado como escritor, aunque no como compositor. Curiosamente, Nick Cave no estaba sobrevalorado como letrista, aunque sí como músico. La intuición, el hallazgo, la convicción... Como rastreador, sus letras te ganan. No importa que reivindicarlo sea un lugar común. Es un lugar común en el que quieres pararte e impregnarte de él.
Si, como músico en ocasiones cae en la rutina, como letrista te saca de esa rutina. O te sorprende con ambas desde el principio. Como en ese despampanante y subyugante gospel eléctrico por ventura titulado "There She Goes My Beautiful World". Karl Marx, Johnny Thunders y Dylan Thomas. Y es un gospel. El gospel del nuevo día. El gospel del hermoso mundo que ahí va.

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