sábado, 17 de febrero de 2024

La nostalgia de los 90

De las continuas operaciones periódicas de rescate de una década, la de los noventa será la más pintoresca. Tendremos nostalgia de una época depresiva en la que teníamos más dinero. Desde otra perspectiva, también tendremos nostalgia de lo que no había: smartphones y demás aparatos anticomunicativos. Y que moldearon la relación con el entorno. 
Anteriormente al diluvio, la relación con el entorno o era inmediata y directa, o era abstracta e imaginaria. No era de los dos tipos al mismo tiempo. No confundía categorías. Y hasta había sms, nodo50, lista de correo nuevo amanecer press, ejército zapatista de liberación nacional, sonic youth a raudales y desesperación en seattle y punk rock en escandinavia. 
Los recursos materiales permitían sobrevivir y el entorno permitía vivir. Los problemas de salud mental eran comprensibles y se limitaban a la necesidad de la revolución.
Una década de mierda a la que desearíamos volver, igual que se desea el amor que no existe, un neoluddismo letrado y los tocadiscos a los que les faltan piezas. De los noventa surgió un mundo en lo que todo estaba mal ordenado, y por eso los enemigos de la civilización persiguen la agricultura en vez de romper tablets y quebrar pantallas, quebrar pantallas y cabezas, y no destruir los escasos rastros de lo real, de aquello que teníamos además de depresión en nuestra nirvanera década de cantantes mesiánicos muertos, crecimiento económico desigual y desatisfacción masiva. 
Antinostalgia de los 90, antinostalgia mía que no nos venderán. 

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