lunes, 26 de febrero de 2024

Estación de Servicio: The Doors

De pequeño tenía un libro denominado "La Enciclopedia del Rock", no sé si he hablado ya de él. En la entrada -como toda enciclopedia se componía de entradas- correspondiente a The Doors, venía la foto de portada de un disco en directo: "Live at the Hollywood Bowl". The Doors estaban entonces de moda por la película, bastante poco potable. Mi madre había traído a un ponente que se llamaba Jim Ferguson a un curso de formación del profesorado y la gente sin querer lo llamaba Jim Morrison. 
A mí me gustaban The Doors. Tenía una cinta en directo que había comprado en una gasolinera y sonaba fantástica. Si una cinta de gasolinera llegaba a eso, ¡qué debía ser el disco del Hollywood Bowl! Como ese disco no se encontraba, la fantasía adolescente no hacía más que crecer.
El "Live at the Hollywood Bowl" no se reeditó y me fui olvidando de él, aunque no de rendir pleitesía periódicamente a The Doors. Me alegró además que escogiesen a Ian Astbury para encarnar a The Doors del siglo XXI -no todo siglo XXI es malo-, junto a los sobrevivientes. 
En uno de esos canales de cable de mi inefable y estafadora compañía de teléfonos, programan ahora de relleno el documental de ese concierto, que si no en disco, había estado disponible en dvd, puesto que de no muchas actuaciones de The Doors se conservan imágenes. En el Hollywood Bowl, 1968, compruebo con asombro que Jim Morrison está tan borracho que se sujeta en el micro, Robby Krieger desafina a ratos y Ray Manzarek parece desubicado, no levanta la vista del teclado ni atiende a lo que hacen los demás. Ninguno de ellos lo hace. John Densmore está con su batería sobre una tarima y la cámara ni siquiera se le acerca. Aún así, el repertorio funciona a destellos. 
The Doors funcionaban a destellos, antes de que el autobús del destino les arrollase. Quizá su máxima grandeza yace en una cinta de gasolinera. Ese fue el verdadero Hollywood Bowl, y de algún modo creo que lo sabía. 

No hay comentarios: