Cuando la mafia quiere entrar en un ramo de actividad, hace tres cosas: persuadir a las empresas para que los acepten como socios, presionarlos para que vendan a bajo precio o arruinarlos para que quiebren y ocupar su espacio.
Conozco un Gobierno que tiene esa percepción de la economía. Pero no para ponerla al servicio de lo público, y no con una concepción de lo público que implique que pertenezca a todos.
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