viernes, 16 de febrero de 2018

NEIL YOUNG. SACRED

Neil Young siempre me ha narrado. Por eso a veces pienso que es el Creador. La verdad, es difícil de trato y tiene malas pulgas, pero nos da la electricidad y todo se le perdona. También es epiléptico, por lo que pasa de una dimensión a otra. Se pasea por los múltiples universos en los que está presente.
En muchas ocasiones tiene planes megalómanos. Que, cómo no, fracasan. A través de ellos nos enseña. Porque yo creo en un Dios-creador, pero atribuyo mucho más mérito a un Dios-educador.
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Alzo la vista hacia sus últimas obras. Con The Promise of the Real primero hizo un disco insípido, intrascendente. El segundo, sin expectativas, nos devolvió algo de la confianza en él. Y abrió interrogantes. Por momentos, secundado por los hijos de Willie Nelson, parece estar encabezando su propia banda tributo. ¿Puede Dios encabezar su propia banda tributo? ¿En qué mundo nos hemos metido? Después, están los mensajes, los títulos de las canciones. ¿Es una despedida? Desde luego, tiene aspecto de despedida. Ante ello solo puedo decir: ¡Ha sido un honor verle tres veces en directo, Señor Dios!

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