sábado, 11 de agosto de 2007

DETENCIONES ILEGALES XENÓFOBAS

Sucedió todo muy rápido. Un coche parado de la Policía Nacional, unos "agentes de la ley" que se dirigen a tres sorprendidos extranjeros que caminan tranquilamente por una calle aledaña a la Plaza de Lavapiés; "pasaportes, pasaportes", y en menos de tres minutos se llevan a uno de ellos detenido. Redadas racistas. Fascio de combate en uniforme azul.
Unos minutos antes, un niño pequeño nos había dado un panfleto denunciando que la semana anterior, en una operación análoga, se habían llevado en pleno barrio a 50 "sinpapeles". ¿Dónde están? Detenidos-desaparecidos. 2007: Welcome to Spain.
Evidentemente es ilegal. No se le puede pedir la documentación a nadie por el color de su piel. Tampoco si no es en el marco de una investigación concreta. Ilegal y nauseabundo. La antesala del fascismo que nunca necesitarán declarar. La lepenización de Europa. ¿Cómo se le llama a un nazi victorioso? Repetid conmigo: Estadista, estadista.
Recuerdo cuando gobernaba Aznar. El gran revuelo que siguió a la expulsión de cientos de inmigrantes drogados y esposados a Guinea en avión. Al menos uno de ellos murió torturado en la infausta prisión de Black Beach días después. A mucha gente le parecía intolerable. Cuando yo decía que Mayor Oreja era un fascista, también recuerdo no haberme sentido solo.
Zapatero sobresale en este macabro recuento: Varios africanos ametrallados en la valla por la Guardia Civil, un inmigrante asesinado amordazado en un avión... Ahora las redadas, la caza del "no blanco" sin caretas. Policía Nacional, léase a las órdenes del Delegado del Gobierno, nombrado por Zapatero, que no por Esperanza Aguirre. Delegado del Gobierno, un sociata de toda la vida dando rienda suelta a sus instintos naturales. Haciendo España más grande y libre, a fuer de una, una y nada más que una. Cómo se llamaba eso: Zapatero, ah sí, estadista, estadista.
No hice nada. Soy un cobarde que se pertrecha bajo una mísera racionalidad, no querer que lo detengan un sábado de agosto por la noche, el resultado seguro de haberme acercado a denunciar la detención ilegal que estaba presenciando. Si hubiese conseguido ser abogado... Pero soy un cobarde, sin más. Tengo miedo. El fascismo se impone cuando tienes miedo. Y merezco morir. Por dejarles meterme miedo. Por dejarles vencer impunes. Porque si a ellos los detuvieron, a mí me convirtieron en un guiñapo humano.
Ni siquiera fue un enemigo formidable el que me arrebató la dignidad. No eran más que una panda de miserables aliados con unos tiempos aciagos. Ganando casi sin proponérselo, imponiéndose como un hecho natural. Unos tiempos de mierda.

No hay comentarios: