Donde se encontraba mi confitería de referencia, acaban de poner una óptica. Veo el escaparate, tan iluminado, con las gafas ordenadas reemplazando a los pasteles, y en la distancia me dan ganas de comérmelas. La primera óptica cuyas lentes están rebosantes de azúcar en la imaginación, completando así el vacío de todas las monturas expuestas en estantes, esperando a un comprador que no siempre disfruta. Aquí sí.
Memoria gustativa, felicidad y miopía, dictan las proporciones exactas de la receta.
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