viernes, 20 de noviembre de 2020

Difuminadas presencias, fantasmas en legajos

Asisto a un congreso bizantino donde se nos recuerda que la representación determina el acceso a lo sagrado. Cada vez son sagradas cosas más extrañas, dictan las representaciones habituales, mientras que lo que solía serlo se vitupera para demostrar status e inclusión. Se clausura el congreso y escucho un disco conceptual sobre Jerusalén, sobre encontrar Jerusalén a base de riffs plúmbeos, de stoner derivativo, de rock con fuentes y sin visado. Do It Yourself chungo. Para necesitados de Black Sabbath cuando había menos Black Sabbath. 

Cada generación tiene su iconoclastia y su iconomaquia. La expresión querellas bizantinas estaba justificada. Discutían acerca de lo sagrado durante una catástrofe histórica. Discutían de lo sagrado para beneficiarse de una catástrofe histórica, o para no ser arrastrados por ella. No sé si entendí bien a los ponentes. Aquí me vuelvo, a mis discos, mis pensamientos. Los bizantinos también representaban para ocultar. Y cuando representaban destruir, ocultaban todavía más. 

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