El caso Paco González ejemplificó como ningún otro la esencia inalterable del modelo empresarial español. Un modelo empresarial en el que existe un único valor: la sumisión absoluta a la autoridad. Cuando no existe esa sumisión sin límites, los directivos prefieren autodestruir sus perspectivas de negocio antes que amoldar su omnipotencia organizacional al contexto de la actividad económica que supuestamente desarrollan.
En efecto, no se trata de un modelo empresarial muy exitoso ni competitivo internacionalmente, pero su vigencia se encuentra en su capacidad de ejercer la hegemonía cultural. Las reformas del sistema educativo de los últimos años, que establecen una continuidad entre enseñanza secundaria y universitaria, tienen como obsesión luchar con saña contra los conocimientos. Los conocimientos no sirven para nada, ya que se presupone que "están en internet", lo que cuentan son capacidades (?), actitudes (!) y... ante todo influencias. Esto no resulta casual, dado que conocimientos y sumisión no mezclan demasiado bien. Finalmente, no hay que olvidar que la universidad tiene dos funciones sociales y materiales prioritarias: educar para la sumisión y certificar la sumisión.
Aunque, como este es un país relativamente esquizofrenico, el PSOE le llame a la sumisión "ciudadanía".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario