¿Qué discos depresivos te llevarías a las oscurísimas islas desiertas de las enfermedades del alma?
"Forever blue" de Chris Isaak siempre me acompañará, aunque contrariamente a lo que indica su envoltorio, además de depresión parcial, de las jodidas, contiene destellos de luminosidad, otros azules, vías de escape. "San Francisco" de American Music Club ralla por momentos la tristeza, pero su intimidad apenas redunda en lo desgarrador y huye hacia lo nocturno. "Black love" de los Afghan Whigs es una debilidad personal, hecha de tristezas no completas y angustias sofocadas que en lugar de conducirte al hundimiento se deslizan movilizadoras, casi confrontacionales, espectralmente bellas. Alice in Chains sobrecogen en la depresión y la enfermedad, vienen de muy lejos en un germen de locura a través de cuyas guitarras e inflexiones te pierdes, si bien al final impresiona todavía más lo sublime y odias/amas/odias en fragmentos desiguales.
Un valor seguro: Atahualpa Yupanqui; el grito crepuscular incapaz hasta de alzarse en grito, carretas que chirrían, caballos que se suicidan... (rabia, silencio, esquizocapitalismo rural).
O Vic Chesnutt: la desolación.
Vic Chesnutt ha muerto. Puta mierda. Ni la tristeza nos dejan ya.
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