Todo proceso de mitopoyesis sigue pautas subjetivas, reglas arbitrarias autoimpuestas, pruebas que determinen que se merece creer en algo que no se sustenta en el vacío. Ascender a un héroe del rock n´roll al Olimpo legendario, mantenerlo junto a Jimi Hendrix/ Randy Rhoads exige una rigurosidad musical y extramusical, una serie de milagros personales o colectivos que pueden ser materialmente muy diversos, pero en todo caso empíricamente demostrables. Demostrables con los puños o con las guitarras... O, por qué no, pronunciando I don´t care con actitud definitiva.
Iggy Pop y Alice Cooper esculpen ambos un I don´t care con voz grave intransferible, lleno de personalidad y de matices, y sabes que son ellos y que no van a fallarnos.
Lou Reed suelta un I don´t care impregnado de un aburrimiento que dura varias décadas, confirma que ya nada le importa realmente una mierda salvo el dinero y el status... y se gana una patada en el culo directo al purgatorio.
Axl Rose delira en medio de un concierto lamentable de los neo-Guns n´Roses y entre canción y canción lanza al público un incoherente I don´t care if you don´t like me (y se redime).
Fear, la banda underground de los 80, aspiraba a una plaza secundaria, quizá un sótano mohoso sin ventanas, con aquel estribillo punk de poder incontrolable: I don´t care about you, fuck you!!!
Joey Ramone consigue que todos le queramos con un One two three four seguido de dos minutos imponentes de I don´t care que donó al mundo sin pedir nada a cambio.
¿Y a qué viene todo esto? ¿No es una manía un poco rara? Por supuesto. And I don´t care.
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