lunes, 27 de julio de 2009

EL SÍNDROME DEL FAN DE METALLICA

A los 15 años Metallica eran lo más importante que se podía tener: el logo escrito a lápiz en la mesa del instituto, vestir de negro, "Master of Puppets", "Ride the Lightning" y todo lo que habían grabado hasta entonces.
La traición de "Load" fue un shock devastador para millones de personas: cambio de logo, cambio de look, declaraciones denigrantes sobre irse de vacaciones con Emilio Estefan, coleccionar cuadros como inversión, lo mucho que les gustaban Oasis... y hacer una música de mierda.
Unos meses después dijeron "nuestro próximo disco sí que va a ser heavy". Y sacaron "Reload": ja ja ja ja ja.
Si parecía que ninguno de sus antiguos fans les volvería a mirar a la cara (documental más ridículo de todos los tiempos y disco con orquesta mediante), volvieron a decir "nuestro próximo disco sí que va ser heavy de verdad". Y lanzaron "St. Anger", seguramente uno de los peores engendros que se hayan hecho jamás, un "Metal Machine Music" sin Lester Bangs y sin talento del que no conozco absolutamente a nadie que le haya gustado. Pero, misterio insondable, seguían llenando sus decepcionantes conciertos. Los seguían llenando ¡con sus viejos fans!
El año pasado prometieron "ahora sí que vamos a volver a los orígenes y nuestro próximo disco... (¿alguien lo adivina?)... va a ser muy heavy". Pues "Death Magnetic" sí, fue heavy, exactamente un autoplagio de proporciones colosales, una colección de riffs calcados de "Master of Puppets" y amontonados sin sentido en unas canciones que o son bastante malas o no son ni siquiera canciones. Y sus viejos fans lo celebraron moderadamente y abarrotaron otra vez sus indefendibles conciertos con fervoroso entusiasmo.
El síndrome del fan de Metallica quizá defina el principal problema subjetivo de nuestras sociedades. Nadie sigue votando al Partido Comunista porque hiciese algo bueno hace 40 años, pero los fans de Metallica siguen pagando por ir a los conciertos de una banda que grabó su último gran disco hace 18 años, que desde esa fecha se arrastra de forma inimaginable y que es incapaz de tocar su repertorio clásico con un mínimo de dignidad. Porque en el tiempo irreversible que imponen el consumo y el capitalismo no hay ni coherencia intrínseca en la sucesión de acontecimientos ni lugar alguno para la memoria de la afrenta. Como decía Baudrillard, el capitalismo postfordista es una fantasía de hiperrealidad donde no existen el dolor y la muerte, es un simulacro de vida.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Oh, yeah.

Klaus Kinski dijo...

Hell ja!!!

Anónimo dijo...

Muerte a Lars Ulrich!
Arrasemos Dinamarca!

Muerte al capital
Arrasemos, eeeehhh, .....Dinamarca!!!

fr.