jueves, 25 de septiembre de 2008

LA ESPERANZA LIBERADORA EN ¡¿AFGANISTAN?!

No se llega a comprender lo que significó el compromiso de Karl Marx con la emancipación de la clase obrera. Casi resulta imposible percibir el mundo con ojos del siglo XIX. De un ciudadano burgués del siglo XIX que abandonó completamente su clase social y que vinculó su futuro a la conquista del poder político por parte del proletariado. Una clase trabajadora a la que no podía sino definir acudiendo a las descripciones de la literatura dickensiana, como "los tipos abigarrados" que creía que eran. Marx no idealizaba a la clase obrera. La veía como desposeida de todo, también de educación, de higiene, de sobriedad etílica, de respeto hacia las mujeres... No hizo de la clase una entelequia, sino una realidad concreta a la que, a pesar de todas las diferencias, vinculó su vida sin ánimo ni de mesianidad ni de reconocimiento alguno por parte del poder.
Marx podría haber tenido una vida materialmente muchísimo más fácil. El problema es que no nos lo imaginamos gritándole a la burguesía explotadora de su época: fuck them all; que revienten todos. Y sin embargo eso es sólo porque no podemos imaginar tal cosa en idioma alemán en el siglo XIX, pero a su manera lo exclamó con vehemencia, y hasta bautizó a uno de sus hijos con el subversivo (y humorístico) nombre de Guy Fawkes. Sí, no creo que fuese capaz de hacer un chiste insurreccional en ninguna línea de sus libros, pero va y se lanza a plasmarlo en una británica partida de nacimiento. (Comunistas alemanes... todos locos).
El proletariado para Marx era una realidad perceptiva cultural y vivencialmente tan lejana, salvando las distancias geográficas, como para un europeo de hoy los campesinos de etnia pastún de Afganistán que apoyan a la resistencia. Recuerdo una entrevista en Al Jazeera en la que un comandante talibán, entre pregunta y pregunta, se llevaba las manos a la nariz y se sacaba los mocos. Carentes de higiene, de educación grafocéntrica formalizada, carentes de trato igualitario hacia las mujeres... Nadie vinculará ni siquiera un párrafo (unas frases) de su pensamiento político al porvenir de la resistencia popular e islámica talibán afgana; y sin embargo son ellos los que están derrotando a la maquinaria imperial y liberando su país. Igual que la clase trabajadora contaba con unas prácticas solidarias de apoyo mutuo, estos campesinos "devenidos en guerreros feudales" (ja ja ja, y qué más categorías teóricas va a inventar la neoilustración de izquierdas para denigrar a las clases populares de otras lenguas, otras religiones y otras culturas), estos campesinos "de pensamiento medieval" (ja ja ja bis) resulta que construyen una comunidad (notablemente imperfecta, como todas las construcciones sociales que dependen de la naturaleza humana y de unos condicionantes culturales colectivos determinados), pero construyen una comunidad a partir de la moral islámica (reinterpretada culturalmente de manera arcaica, literal).
Y ellos, los ellos lejanísimos, los guerreros talibán, son los que liberan su país con todos los medios que son necesarios, derrotan al imperialismo con todos los medios que son necesarios. Huérfanos de cualquier apoyo político, encerrados en sus "cápsulas feudales", arrasan a esas fuerzas militares hipertecnológicas a las que todos temen y, colateralmente, sepultan (no tenía que haber sido así) a todos los teóricos (y militantes) marxistas que hoy están y que fueron incapaces de ver. Incapaces de ver, también, que la revolución, "un acto de violencia por el cual una clase social aplasta a otra", no va a ser nada bonita. De hecho, de momento no va a ser aquí. Pero en el improbabilísimo caso de que lo fuese, no les gustaría. Como no les gustan las acciones de los explotados del mundo, allá por Afganistán.

7 comentarios:

A.O. dijo...

Los blanquitos de izquierdas nunca entenderán que Marx, que vivía en una silla de la Biblioteca de Londres leyendo libros de estadísticas del sector ferroviario, al igual que Bakunin y Kropotkin, dos nobles rusos, dedicaron su vida a un compromiso comunista, un compromiso con los que no eran para nada, ni social ni culturalmente, como ellos.

Anónimo dijo...

Para mí la revolución no tiene nada absolutamente nada que ver con clases que se aplastan entre sí.

Estoy harta de leer que unos quieren aplastar a otros. Nadie tiene que aplastar a nadie: no sirve no sirve no sirve, no sirveeee.
¿Cuándo carajos lo vamos a entender???

Anónimo dijo...

¿Leyendo a Marx en Ramadán?

A.O. dijo...

No pretendía dar una definición unívoca de lo que es una revolución, solamente cité una de ellas para el contexto de lo que estaba escribiendo. Era una cita de Mao, y aquí vienen mis problemas. Tengo el libro rojo en francés, aunque la frase ni siquiera la encontré en ese fascinante libro (dependiendo del día en el que me puse a empezar a leerlo, o era un vacío absoluto o era una cosmogonía omniabarcadora...); la frase la vi en un poster (también en francés), y era algo así como "la révolution est un soulèvement, un acte de violence par laquelle une classe sociale renverse une autre". Es verdad que "aplastar" no es la mejor traducción posible para "renverser". Podría decir "reemplaza" (pero Marx no quería decir eso), o "derriba" (hubiese sido lo más adecuado). Pienso que la conexión entre "acto de violencia" y "aplasta" hace parecer restrictiva la definición. Para mí, lo que quiero decir es que las clases dominantes dejan de existir como la clase (no que sus integrantes dejen de existir como personas físicas) y que la revolución es un acto de ruptura con la legalidad burguesa y la institucionalidad y en ese sentido es "violento", aunque no pretendía con ello decir que fuese necesariamente cruento ("de la crueldad la mínima posible", expresaba acertadamente una máxima de Maquiavelo). Reconozco que la revolución en Venezuela ha seguido otros cauces, la llaman incluso "la revolución bonita". Me fascina que Chávez ´no acabase como Allende y tengo muchas cosas que aprender de ese proceso, sin negar la validez de otros procesos revolucionarios en otros contextos. No creo en vías únicas al socialismo. "Aplastar" suena quizá terrible, incluso puede ser leído como exterminar o aniquilar. Pero, por otra parte, cada día que me enfrento a las cosas siento la necesidad de aplastar (ni exterminar ni aniquilar, aplastar al menos semióticamente, o contribuir a que cesen de existir)a aquel que me oprime, aquellos que nos oprimen.
Un abrazo.

A.O. dijo...

En Ramadan no leo a Marx, en realidad ya sólo me leo a mí mismo (y a veces me acuerdo de cuando leía a Marx: It´s only rock n´roll but I like it)

Anónimo dijo...

ok, ahora sí.

Anónimo dijo...

... y gracias.