martes, 23 de septiembre de 2008

COSAS QUE SE ACABAN

Marx profetizaba crisis periódicas del capitalismo y yo durante años sólo podía ver crisis periódicas de mi propia persona. Ahora sí, asisto como espectador global a un simulacro de crisis terminal del capitalismo. Ya no hay necesidad de deconstruir, sino de vivir. La tarea, el fin supremo era destruirlo y sucede como un hecho inexorable sin participación antagonista. Lo veo no desde las barricadas sino desde una silla mientras escucho a los Backyard Babies. No me siento mal por ello. Los seres humanos no debemos ser tan importantes. Pierdo de nuevo, pero con total indiferencia. Dos crisis por el precio de una (y más o menos vale la pena, viene compensando). Después de todo, soy un cabrón con suerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La revolución no será televisada.
Será silenciosa, será un spam que llega al correo junto a promesas de pollas gigantes y vendedores mayoristas chinos de tuercas y deuvedeses.

No nos daremos ni cuenta. Pasará suavemente por nuestros gaznates, como una caipirinha del Druida Panoramix.

Ck.