La salud es un capital revolucionario que no se debe dilapidar. Trotsky entraba en cólera al ver a alguien leer con poca luz. “Es necesario arriesgar vuestra vida sin dudar por la revolución, pero ¿para qué arruinar vuestra vista si podéis leer confortablemente y sin problemas?"
(Jan Van Heijenoort, 1959)
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