La extravagante y superventas banda de hair metal que promulgaba el glam, el bubblegum y la frivolidad con guitarras y potentes estribillos siempre fue una debilidad personal. Desde la capacidad escénica de Bret Michaels a la original simplicidad de CC Deville y los sombreros rosas de Rikki Rockett. Cuando expulsaron a CC por no estar muy a menudo en condiciones de tocar, se abrió un extraño casting. Decidieron reclutar a su sustituto entre los virtuosísimos autores de discos instrumentales de guitarra. Y sí, yo también tenía aquellos discos de los más dotados émulos de Joe Satriani, pero no podía imaginármelos en Poison.
"Mother Tongue", el disco con Richie Kotzen, les dio una sonoridad blues rock, buen clasicismo y empaque. Suenan a gran banda, con algunos tics de la época. Cuando expulsaron a Richie en directo sobre el escenario tras un incidente sentimental que involucraba a la novia del bajista, increíblemente se inclinaron por contratar a Blues Saraceno. El hair metal había dejado de existir, y el disco con esa formación fue rechazado por la compañía y editado tiempo después. Tampoco se inscribía en el género, salvo por las letras, tan impresentables como era habitual.
Poison no retomaron su lugar hasta que Motley Crue lo hicieron de nuevo. Para entonces, CC estaba de vuelta y la diversión sin pretensiones de sus temas, también. Nadie estaba interesado en su nuevo disco, pero "Hollyweird", escuchado en la distancia, me alegra el día. Ellos son la banda cuando quiero sonreír, y Status Quo y Slade han agotado las reservas.
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