viernes, 30 de marzo de 2018

EL DÍA DE LA PAPELERA

Fue durante los tiempos más intensos que se podían haber vivido. Tiempos, también, de intensa anormalidad, de fuerte desequilibrio. Cuando hacía demasiado que mis pies no tocaban la tierra, una tarde cualquiera, aquella chica sevillana me dijo que la acompañase a dar una vuelta, que tenía que comprar una papelera.
Comprar una papelera me pareció una marcianada monumental, dentro de aquel contexto. Ni siquiera le veía demasiada utilidad espacial, de acuerdo con la distribución de las habitaciones, uniforme, del lugar en el que todos estábamos.
Toqué la normalidad con los dedos. Fue una tarde mágica. La recuerdo todavía como un sentimiento completamente especial. Porque el resto de mis días, casi nunca volví a tenerlo. El día de la papelera. Un mito personal que me ayuda a sonreír y a seguir.

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