Cuando condenábamos el pensamiento burgués, decíamos que la libertad no importaba si se tenía hambre. Lo decíamos sin saber lo que era el hambre.
Ahora que lo sé, digo que los sueños también se mastican. La libertad importa. Claro que importa. Y ni se da por supuesta, porque aparece tan raramente como un eclipse solar, y se defiende. Se defiende a cualquier precio.
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