viernes, 2 de octubre de 2009

GIANNI VATIMO (2): EL ATAQUE DEL PENSAMIENTO DÉBIL

El libro de filosofía de 3º de BUP generaba un maniqueismo instantáneo en quien lo abriese: Marx y los existencialistas Vs el personalismo de Mounier y el pensamiento débil de Vatimo. Por eso, leía con incredulidad creciente los artículos publicados por Vatimo en el siglo XXI en los que daba muestras de un antiimperialismo exponencialmente agigantado; pero yo pensaba, "cuánto ha cambiado el mundo en tan poco tiempo que hasta el amigo Gianni parece un radical".
El protagonista explica que los motivos de esta autotransformación surgen de su estancia en Estrasburgo como eurodiputado en el seno de los Demócratas de Izquierda (DS) italianos, donde se dio cuenta (los filósofos deben ser perceptivamente algo lentos) de que ni los partidos políticos tradicionales ni las instituciones ni la Unión Europea servían para alcanzar ningún fin loable. Sólo me viene a la memoria un caso similar de radicalización política en el interior de las instituciones, el de Rubert de Ventós, un filósofo catalán que aterrizó en Madrid como diputado del PSC-PSOE en 1982 y salió de las Cortes convertido en independentista, después de sufrir vivencias traumáticas como ir a cenar con sus entonces correligionarios y verlos borrachos perdidos tras la ingesta masiva de vino cantando "Asturias patria querida".
Retornando a Vatimo, para comprender lo que le ocurrió basta transcribir unos fragmentos cronológicamente ordenados, por más que se empeñe en que la esencia de su teoría filosófica, el pensamiento débil, sigue ahí (!). Así, en enero de 2002 aún argumentaba, con una perspectiva relativamente social-liberal, acerca de la "importancia del horizonte europeo para una economía capaz de desarrollarse saliendo del sometimiento a Estados Unidos y manteniendo un modelo social atento a la solidaridad entre clases y generaciones (...) con el euro convertido en moneda real (...) en la vía no garantizada plenamente pero posible de una plena realización de las potencialidades económicas del continente" bajo "la existencia de una Unión "europea" fuerte en el sentido de la fidelidad a una tradición política inspirada en valores como la igualdad y la solidaridad". Blah blah blah.
Pero, en marzo de 2004, escribía "¿Y si la voluntad hegemónica a la que no deberemos plegarnos para garantizar un futuro a la paz y a la democracia fuese precisamente la del neoimperialismo de los Estados Unidos? (...) Si es cierto que no hay terceras vías -en el plano del orden capitalista interno, pero, sobre todo, en el de las relaciones internacionales- entonces, nosotros estamos del lado de los enemigos de la civilización occidental".
Esto no es nada comparado con el apoteósico desvarío que el filósofo nos ofrendó en 2007 y que se merece una veneración duradera: "Ya que, como decía el Presidente Mao, la revolución sigue sin ser una invitación a cenar, sino más bien algo "violento", aunque no necesariamente sanguinario, también la hipócrita preocupación por el valor de la vida, siempre y en toda circunstancia, me parecía que debía ser discutida. Sigo pensando que las únicas guerras por las que merece la pena luchar son las guerras revolucionarias".
Y yo que creía que poner una al lado de otra las palabras Presidente y Mao constituía una costumbre exclusivamente personal... Con todos vosotros Gianni Vatimo, el hombre que confiesa que "Siempre llega un momento en que caemos del caballo y nos convertimos. Para muchos de nosotros, el momento de la reconversión al comunismo ha sido la guerra iraquí".

1 comentario:

guingu dijo...

¡Jejejeje!