martes, 11 de marzo de 2008

IN MEMORIAM IGOR LETOV

Ningún disco de una banda desconocida me llenaba desde hacía lustros, nada me hacía mover de mi sempiterno sofá, hasta que llegó Letov y mandó parar. Con una carrera de más de veinte años, no era precisamente un advenedizo en la música. Su grupo, como predico desde entonces, se llamaba Grazhdanskaya Oborona y solía encuadrarse en la fulgurante escena del punk-rock siberiano. Hablo desgraciadamente en pasado porque acabo de leer que Igor Letov murió a finales de febrero. Me dio tiempo a fantasear con verle en directo tocando para una multitud enfervorizada de nostálgicos inmigrantes eslavos en Madrid, de imaginarme tratando de gritar en un ruso fonético inventado el estribillo de "Dolgaya".
"Dolgaya", la mejor canción que he descubierto a lo largo del año pasado, lo que implica mucho teniendo en cuenta que Monster Magnet y Neil Young, los dos pilares de mi imbatible fe en el rock n´roll, editaron discos espléndidos y consiguieron que dijese: mi vida es una mierda, pero (además de poder deconstruirla) it was 2007 and it was a wonderful year...
Igor empezó su carrera como pionero del punk underground. Sus obras de la época, por lo poco que he podido escuchar, rebosaban energía bajo una producción rudimentaria, editadas como cassettes piratas que volaban de mano en mano: conmovedores exponentes de un anarquismo autóctono que se levantaba contra los estertores de la URSS y su indudable autoritarismo social.
Pero Letov no se quedó ahí, no se convirtió en el icono deseado por algunos subiéndose al carro de la autodenominada democracia. No, por el contrario, Letov se reivindicó a sí mismo como un "verdadero comunista", se unió a las filas del Partido Nacional Bolchevique, un ecléctico partido contracultural dirigido por un escritor vanguardista, e incluso participó activamente en la defensa del Soviet Supremo en Moscú frente al golpe de Estado del dictador Yeltsin. No era de extrañar que a partir de ahí grabase sus mejores discos. Del punk originario, evolucionó hacia un excepcional e irrepetible rock psicodélico que consiguió expresar lo más profundo del alma rusa. Y jamás traicionó en lo que creía, bajo denominaciones cambiantes y persecuciones ininterrumpidas, la URSS le encerró en un psiquiátrico, la República capitalista rusa le negó, le difamó y le obligó a un exilio interior contra el que nunca dejó de rebelarse, porque jamás traicionó en lo que creía.
Leo que en sus meses postreros se había convertido al cristianismo. La única vez que entré en una Iglesia ortodoxa, en Beirut, me sorprendió la cantidad de luz que había en su interior. La misma extraña luz siberiana que Letov convocó para mí...
Dejó, además, un lema personal que debería ser eterno: "I will always be against". Grabó la música de la estepa y fue fiel, fue fiel a ello.
Camarada Letov, que la tierra te sea leve.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Probablemente encuentre algún vinilo de este tipo en alguna recóndita tienda de discos de Estambul. Si lo veo te lo traigo como souvenir.

Un abrazo

fr.