UN PAPEL ENCONTRADO EN UN CAJÓN

"Principios de filosofía". Así denominó George Politzer una pequeña obra que, en los tiempos que corren, se transforma en un tratado completo e indispensable de filosofía. En ella explicita lo que diferencia la concepción dialéctica de la realidad de la metafísica. Y, sorprendentemente, la visión metafísica es la que se ha impuesto en el pensamiento contemporáneo. La metafísica implica pensar que una cosa es exclusivamente la idea de esa cosa aislada de todo lo demás. Que algo que me pasa es un suceso, y no el resultado dialéctico de una serie de contradicciones que actúan sobre mí y sobre las que yo actúo. Pues bueno. Pero no. Porque por supuesto que la dialéctica es compleja, incluso conceptualmente casi inalcanzable; pero igual de complejo es el mundo, creo.
Por ejemplo, ¿qué es el salario? Marx partía del valor-trabajo para delimitar salario y plusvalía en una operación simple aunque no evidente. Lenin, en su análisis del imperialismo como fase superior del capitalismo, vinculaba la irrupción del capital financiero trasnacional con la conquista colonial y la guerra. Hoy, en una realidad económica globalizada y, en su centro, firmemente terciarizada, el trabajo se convierte en materialmente abstracto.
¿Qué es un servicio, en términos de valor añadido? ¿Cuál es su valor-trabajo y cuál su plusvalía? La cuestión no es su cuantificación, que, simplificando demasiado, sería viable considerando factores como el valor financiero de la empresa, la inversión, el número de trabajadores o el valor ponderado del trabajo cualificado. La cuestión es que los salarios del centro se apropian de una fracción de la plusvalía del valor-trabajo de la periferia. Ello da lugar a un "neocolonialismo" de masas; un colonialismo en el que no es necesario el traslado de colonos occidentales para explotar directamente a la población periférica en sus propios territorios, sino que se ejerce desde la oficina, o incluso desde el sofá.
Que se trate de un proceso opaco no quiere decir que no exista, por mucho que algunos prefieran creer metafísicamente que el dinero proviene del limbo. Una parte sustancial de los trabajadores centrales que supuestamente operan sobre lo inmaterial se han transmutado en intermediarios imperiales. Y sus salarios sólo surgen de la nada en el sentido de que proceden parcialmente de la explotación de otros a los que nunca verán.