sábado, 19 de octubre de 2024

¿De quién somos negocio los parados?

Los inmigrantes, o el tráfico de personas, son un negocio. Controlado en origen una parte de la ruta por Al Qaeda en el Sahel (Estado Mayor de la Defensa dixit) y en otra por Begoña Gómez (servicios secretos argelinos dixit). Al llegar, se usan Ongs para desviar dinero en masa. Los inmigrantes, en ese sentido, son las nuevas mascarillas. Una trama para robar montada en torno a un drama. 

Así funcionan las economías basadas en incentivos, aunque esos incentivos se reduzcan hacia adónde hacer circular (a comisión) el dinero público. El Gobierno colombiano lo hace circular hacia el narcotráfico, y no me refiero a la leyenda negra y a Pablo Escobar, sino a la novísima propuesta de Petro de compra de las cosechas de coca. Sentenciaban los posmodernos que todo vale, y efectivamente, todo vale. Los que le escuchaban aplaudieron, no fuesen a no aparecer en las listas, o a aparecer en las otras listas. 

Los mercenarios de la información, en otro orden de cosas, han medio ocultado la sensacional noticia de la orden de detención contra Evo Morales por violación de menores, dentro de una trama organizada por él que actuó hasta en tres países, incluyendo sus "exilios". Los mercenarios de la información lo ocultan seguramente porque parte del dinero que mece la prensa proviene del narcotráfico y de todos los tráficos, y el papel de Evo Morales en esas redes es bien conocido. 

En resumen, tenemos una explicación materialista para casi todo, y un esquema de incentivos deliberados o no deliberados pero aceptados para casi todo, pero no tenemos, tantos años después, más que cero incentivos para reducir el paro. Sí los hay -y se hace con estulticia y eficacia- para excluirlo, de las estadísticas y del ámbito público. Los parados no somos el negocio de nadie. 

Los parados somos los enemigos naturales del poder y del Estado.  

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