sábado, 8 de mayo de 2021

Colombia

En la vieja polémica decimonónica entre marxistas y anarquistas, los marxistas se oponían al asesinato político porque consideraban que lo que había que cambiar era el sistema social, que las piezas del engranaje de la sociedad de clases eran reemplazables. 
En los grandes levantamientos que vemos de descontento actual, se quema un país para acabar con una persona. Igual que el asesinato político tiene escasa eficacia para la transformación social, la insurrección tiene un coste demasiado elevado para eliminar a un Presidente, cuya legitimidad, de origen, además está en las urnas. 
Los métodos deben ir acordes a los fines. Cuando el fin consiste en cambiar a un Presidente por otro, devastar un país es inmoral.
Los fines deben ir acordes con los métodos. Cuando se quiere forzar un autogolpe para sustentar una narrativa favorable, no estamos asistiendo a un crimen, sino a dos. Con el pueblo, sufriente como escudo. Aunque el pueblo, en realidad, tampoco exista...
Destinos trágicos. América Latina, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos. Colombia, tan lejos de los Estados Unidos y tan cerca de Nicolás Maduro Moros.   

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