"Rockin' is my business, and business is good", bramaban The Four Horsemen con orgullo pendenciero. Sin embargo, su cantante, el temerario Frank C. Starr, se mató en un accidente, negocio ni había ni hubo, y menos para los que personificaban su antítesis, y lo que nos legaron fue esta explosión, esta explosión de sueños hechos guitarras, hechas oxígeno, hechas leyenda...
The Four Horsemen: una leyenda para los que estamos hartos de todas las leyendas.
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