lunes, 24 de agosto de 2009

ATADOS DE PIES Y MANOS

La triple Santa Alianza entre Israel, Arabia Saudí y EEUU cada vez tiene más epígonos regionales que se reclaman de Al Qaeda: Estado Islámico de Iraq, Jund Allah y las Brigadas de Ahwaz en Irán, Fatah al Islam y Jund al Sham en Líbano y, ahora, Jund Ansar Allah en Gaza. Estos engendros neosalafistas (takfiríes), creaciones directas de aparatos de inteligencia foráneos, actúan intermitentemente según los intereses de la agenda sionista, y en el caso de Gaza (no podría ser de otra forma), con intermediación de Al Fatah. La cobertura directa de Arabia Saudí de estas operaciones ha llevado a la resistencia islámica a un callejón sin salida. No se atreven a enfrentarse a Arabia Saudí por temor a dañar su propia legitimidad religiosa, cuando sólo derrocando el régimen impío de la Casa de los Saud, o en su defecto sometiéndolo a aislamiento, se podrá desbaratar la estrategia israelí.
No obstante, la estructura de poder saudí, que trasciende las fronteras del Reino, va mucho más allá de estas minúsculas células terroristas (la rama sionista de Al Qaeda). Se trata de un vasta red internacional que incluye Gobiernos árabes en mayor o menor medida satelizados, importantes medios de comunicación, multitud de intelectuales ex-izquierdistas a sueldo, bancos, fondos de inversión, la Liga Islámica Mundial y su pléyade de ulemas, imames y mezquitas... controlando regionalmente buena parte de la clase política, los negocios, la información y la religión. Una descripción muy alejada de la tradicional imagen reduccionista de un par de miles de Príncipes corruptos e ignorantes y un desierto con petróleo. Es preciso desmontar esa ingente estructura para lograr la victoria del Islam (del Islam de la resistencia), pero también resulta comprensible que quien, con medios precarios, lleva el peso de frenar a EEUU e Israel, no tenga capacidad efectiva para abrir este tercer frente que se le volvería mortífero.

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