viernes, 9 de mayo de 2008

QUIEN LO DIRÍA

No podía imaginarme que Barón Rojo eran todavía tan buenos en directo.
Llevo 35 horas seguidas trabajando delante del ordenador: mi mente se llena de desvaríos libaneses; triunfos y derrotas separados sólo por minutos; análisis cuasi standard y análisis personalísimos; extrañas vinculaciones afectivas con un país en el que apenas estuve ni disfruté, pero al fin y al cabo un país al que acostumbro a leer desde hace años.
Y Hizbollah está ganando pero cometiendo muchos errores sin remedio. No quiero, no quiero que la Resistencia se pierda en la victoria.
Barón Rojo están tocando en el campo de fútbol de detrás de mi casa. Es gratis, podría bajar a verles, pero prefiero abrir la ventana. Las guitarras de los hermanos De Castro tienen sabor a clásico.
Con la ventana abierta, continúo tomando notas ilegibles sobre los errores de Hizbollah. No tienen la culpa: Líbano es de aquella manera. Lo que en enero del 2006 podía haber sido una revolución en las manos de las masas populares se convierte en simples ventajas reformistas, reformismo obtenido a golpe de kalashnikov, así de difícil que está el mundo.
Día de montañas rusas, prefiero no pensar, que las guitarras me lleven. Recuerdo que los cabrones de Barón Rojo llenaron el Marquee londinense en 1982. Pueden hacerlo, tienen visado. "Volumen Brutal". "Metalmorfosis". Yo hasta los descubrí con "Obstinato" y me encantaron. Podrían tocarse una de "Obstinato". Pero no lo harán. Da igual, me gusta estar en la ventana.
¿Reformismo armado? Pensaba que esa categoría epistemológica había desaparecido en los 80 con algunas guerrillas latinoamericanas que, si no hacían reformismo armado, desde luego que lo parecía. Pero me niego a rescatar ese concepto. Los Ejércitos Árabes liderados por Nasser, el Comandante eterno de la umma, sólo pudieron hacer frente durante seis días al Mal, al Mal absoluto. Tampoco fue culpa de Nasser sino la traición de los árabes y sus Gobiernos por siempre desunidos aún en presencia del Comandante. Y Hizbollah no sólo superó los seis días, sino que los venció, los venció dos veces contando con las propias fuerzas.
Ahora nos enfangamos. Ahora, para acompañar, Barón Rojo hacen un interludio con el repertorio nuevo. Hoy es un día feliz, pero sé demasiado, veo el final. Estábamos preparados para combatir al Mal, igual que la banda que vuelve a por los clásicos infalibles sobre el escenario. No estábamos preparados para vencer en miserias, para manejarnos en un asco de vida, por mucho que se vea adornado por el inevitable toque exótico-surrealista de todos los Líbanos que en la historia han sido.
Veo el final, la mierda de siempre y el recuerdo nostálgico de que hubo un día que combatimos y mantuvimos las posiciones frente al Mal absoluto. Ese momento que en lugar de abrir el futuro se perdió para siempre en recientes películas de 8 milímitros. Nunca comprenderé por qué. Pero es indiferente; tendré que aceptarlo.
A un volumen brutal. Los disparos que erradican de Beirut cualquier rastro de los imperialistas de segunda división. Quizá por eso hoy no tenga tanto mérito. Y porque volverán y tendremos menos armas para contribuir a la Resistencia. Porque el Mal no ha muerto y deberíamos o haber hecho la revolución o reservarnos para hacerle frente. En vez de un día de gloria sin consecuencias.
Quizá si tocasen una canción de "Obstinato" el mundo podría ser otra cosa. Pero no sucederá y veré como mi Jeque tampoco sabe qué hacer e improvisa como puede (y no puedo evitar tenerle todavía más admiración, verlo de Gran Timonel, Pastor del Este, de una travesía que no es la suya, tratando de salir a flote entre los desvaríos del mundo libanés que le rodea). Sí, a pesar de todo estoy orgulloso.
En los bises, en unos minutos, sonará un "Resistiré" por Hizbollah. Ineludible, pero en estas condiciones, incluso inesperado. Resistiré hasta el fin.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

I+D???!

Congratulaçoes, beibe.



COrk

Anónimo dijo...

El disco no era "Obstinato", era "No va más".
A.O.