Las protestas llegaron y se fueron. En un mismo acto, significaron una cosa y su contraria.
Las masas. Las masas movilizadas, sin rostro y sin objeto. La multitud como sujeto sin finalidad alguna. La multitud destructora, la multitud celebratoria. La multitud, contra la clase obrera.
Las masas sin rostro, en las que unos salen y otros entran, en las que su dirección y su composición se modifica. Incluso los que se quedan, los mismos, ya no son los mismos.
Porque los mismos se han convertido en sus contrarios. Y sólo yéndose se quedan. Sólo yéndose son dignos.
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