miércoles, 17 de abril de 2019

Historia reciente

Tengo una silla con una bandera de España. El porqué tal artefacto acabó en mis dominios no resulta tan extraño como a primera vista podría aparentar. La silla replica la camiseta de la selección española: el 7 de España. Fue fabricada en una oleada de fervor patriótico futbolístico, para estrellarse con la decepcionante participación rojigualda en las competiciones subsiguientes. La silla abandonó su falsa transversalidad inclusiva para convertirse en objeto de vergüenza y artículo de saldo.
Yo compré, por absoluta necesidad y circunstancialidad, la silla en ese momento, en ese pseudohistórico momento. Con el tiempo, la silla empezó a no ser de saldo ni instrumental, transustanciándose en friki. No era simpática ni repulsiva, sino que, a pesar de sus muchas incomodidades, adquiría el encanto de aquello que está fuera de lugar. Tan fuera de lugar que descoloca.
Por culpa de algunas oscuras maquinaciones orquestadas desde la perfidia del centro monclovita, la silla pasó a ser identificada con Vox. Pero para entonces, ya se había roto. No había silla ni tranquilidad para sentarse.
La historia había culminado, olvidando que sobre esa esperpéntica silla, escribí varias de mis mejores páginas. Pero esa otra historia no quiero contarla, ni tampoco tengo silla para hacerlo...

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