jueves, 24 de enero de 2019
El limbo, la presión en la cabeza
Con mi fiebre y mi condena, me adentro en los discos en que habito, en los mundos que no quiero ver... Y admito la depresión como triunfo, el silencio como utopía, y pido permiso para soñar. Permiso para soñar de otra manera. Mientras me restablezco, procrastino (glups), sigo las aventuras de personajes que no me importan lo más mínimo, me olvido ya de que se hicieron inservibles todas las memorias, busco, busco... Y no hay candiles ni laberintos ni mapas ni salidas. Porque no hay ninguna salida. Y ése es el único comienzo de una revolución.
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