Queden estas líneas como testimonio de que he pisado esta tierra. Queden las viejas palabras como botella vacía en el mar que atestigüe mi paso lejano, poderoso aunque nunca sobre firme. Porque mi firmeza se anclaba en el firmamento.
Ahora me marcho, casi vencido, humillado sobre los rescoldos de las vidas que a medias viví, a pegarle a los fantasmas, a desvanecerme finalmente sin rencor sobre el tiempo. Porque fue el tiempo. Fue el tiempo el que me mató.
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