jueves, 20 de noviembre de 2025

Turismo musical

Quizá los discos que más haya escuchado en estos meses sean "Baltic Street Hotel" de Sophie Gault, publicado en 2024, y "SoLow" de Dan Baird, publicado en 2017 y que incomprensiblemente se me había escapado. La sensibilidad acústica del primero y la energía rockera del segundo. Discos a los que volver y volver, mientras que a los demás acudo como turista. 

Por ejemplo, busco una obra de Metallica de este siglo que no me dé repelús y encuentro un EP posterior a "Death Magnetic", "Beyond Magnetic", con reminiscencias a "...And Justice For All". Cuatro canciones y algo menos de media hora con atisbos de reflejos de grandeza. Me vale. Pero prefiero otro concepto. No la belleza postrera retenida, sino la belleza fuera de tiempo. Grandes obras fuera de tiempo. Como Altair, dúo de rock progresivo catalán de ni más ni menos que 1989, una década posterior al sonido layetano, y que te conmueve, noquea y vuelve a conmover. Lo imprevisible. Una discográfica mexicana está reeditando sus álbumes, lo que nos enseña que los caminos del sendero progresivo son insospechados. Y que estoy a un paso del jazz fusión, una escena que no tiene mucho que ver con la música de ascensor a la que podríamos asociarla, en sus desembocaduras más cómodas, hace unas décadas.

Me retiro así con Hannah Aldridge, con "Razor Wire", el relanzamiento de su debut. Grabado en 2014. Una cantautora sólida, hija de Muscle Shoals, que alcanza las notas y los sentimientos necesarios. Todo parece lejano. No creo que ningún disco de 2025 me cambie la vida. No creo que ningún disco de 2025 se haya hecho para cambiar la vida de nadie.  

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