La otra noche me quedé deslumbrado por la posibilidad de estudiar online, en el programa de lenguas antiguas y orientales de una universidad católica, arameo, siríaco, copto y armenio. El precio por crédito ects resultaba elevado, por lo que debo comenzar a pensar en un plan de vida que me permita costear mis proyectos de jubilación sin sol ni playa. Si no, tiraré de alternativas gratuitas: aprender online occitano del Valle de Arán.
El Seminario de la Facultad de Teología de Burgos cuenta con un programa a distancia de tres años, los mismos que el bachillerato teológico islámico del Instituto andalusí. Ante esta sobredosis de Dios, puedo tirar por la música: los cursos de Berklee de la plataforma edx. En esta inmersión por las artes, mantengo la duda ante los talleres de escritura creativa. Esta semana, buscando otra cosa, he ubicado una tríada: escritura creativa, escritura autobiográfica y taller de poesía. Impartidos una única, polifacética, docente.
Desconfío de las autobiografías y de la poesía me interesa conocer su forma. Desgraciadamente, se anima a romper la forma -sin conocerla- y la reescritura biográfica se halla en auge. Cuando yo no quiero escribir ni reescribir mi biografía, sino enterrarla. Disco no reeditado, no remasterizado, no reelaborado. Historia secreta para nadie. Ya rompo la forma de la poesía sin ningún taller. Quiero un taller para hacer algo distinto, no para hacer lo mismo.
Y el interrogante de siempre: ¿son creativos los talleres de escritura creativa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario