miércoles, 11 de septiembre de 2024

Agua a cubos y ninguna fiesta

Hace tiempo, se publicó una biografía de Mario Benedetti llamada "El Aguafiestas". Supongo que llenaría aburridas las páginas, como todas las biografías de escritores, pero al menos nos legó un título y un state of mind. 

En los años cincuenta, el pánico nuclear configuró generaciones. Los más aventurados, trataban de conseguirse un bunker. La necesidad de refugio y el intento de parar la catástrofe, prolongados incluso hacia los ochenta, a través de No Nuke, aquí centrado en la posibilidad de accidente en vez de en la posibilidad de guerra. 

El 12 de septiembre de 2024, los aguafiestas, con cólera infinita por convertir la civilización en una mierda para acto seguido querer aniquilarla físicamente, vemos una imposible guerra nuclear limitada a la vuelta de la esquina. Y nos cagamos en vosotros, que habéis aupado a la generación de líderes más inútil, analfabeta y genocida de la historia para "parar el fascismo". 

1984 no dijo que a la paz se le denominaría "el fascismo". Hay una clave en todo lo que interpreto, parte de poner las cosas del revés para así ver. Me deja ver la guerra de clases de siempre, tan invisibilizada, me deja ver el verídico fin de la historia, me deja ver que no me levanto temprano porque con el futuro en la mano no puedo creer en el amanecer. 

Así pasan las horas de estos últimos días, haciendo como que no es importante, maldiciendo que se desechasen las profecías para después desechar lo hechos. Negándome a escribir esta tristeza infinita. Encendiendo la televisión en cualquier sitio en el que no aparezca Broncano. Porque lo banal borra la eternidad, y la eternidad no existe sino como mausoleo. 

Quiero un mausoleo que no se rompa, como refugio de un mundo que sí. 

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