Cuando apareció el Tea Party, Thomas Frank, en un libro prodigioso, analizó el sustrato de la guerra cultural en marcha. Qué pasa en Kansas, lo tituló. Sin embargo, la perspectiva estaba incompleta. Se presentaba como una reacción, no exenta de demagogia, a las insufribles élites neoyorquinas, a la representación canónica del establishment demócrata. En vez de qué pasa en Kansas, habría que haber mirado también qué pasaba en la Ivy League. Cómo se reproducía generacionalmente la clase dominante. Y nadie se tomó en serio ese "interseccionalismo" hasta que era demasiado tarde.
Lo pongo entre comillas, también. Porque yo juraría haber visto interseccionalismo del bueno, en algún texto de Jean Paul Sartre. Las múltiples capas de la opresión. Desde el punto de vista de los oprimidos, y no de los opresores. Desde la recepción fanoniana, y no desde los faros de la antiilustración, en su sentido más literal.
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