lunes, 23 de noviembre de 2009

OTRA ENTREVISTA DE TRABAJO

Últimamente mis entrevistas duran en torno a diez minutos, una vez que me niego a sostenerlas de forma artificial. Si pensaba que la anterior era difícil de superar, puesto que ni se habían leido el curriculum ni lo tenían delante (gran pregunta: ¿y para qué carajo me llaman?), la de esta tarde excedió todas las previsiones. ¡Antes de los tres minutos el hombre miraba ya ansiosamente el reloj! Gesto que repitió con una frecuencia periódica y una creciente atención al girar de las manecillas hasta que, aproximadamente a los nueve minutos y medio, la farsa se dio por concluida, procedí a bajar las escaleras con gran dignidad e hice un poco de turismo involuntario perdiéndome al intentar encontrar la boca de metro.
(...)
Y mientras caminaba con incredulidad y observaba la antropología urbana local, no pude dejar de pensar en el enorme daño que infligió el pacifismo a los seres humanos reales. El pacifismo como broma coyuntural está bien, pero desde luego no como forma de vida.

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