viernes, 5 de junio de 2009

CONCIERTO DE AC/DC: ODIO A TODA ESA GENTE

Llevaban cinco canciones y no estaba disfrutando en absoluto. Todo es cuestión de expectativas, y, tras una década de espera, a pesar de mi proverbial conservadurismo, las expectativas rayaban a una altura inmoderable. Quería un pachakutik, un concierto de los que trastocan una vida, reeditar lo que me había pasado con Neil Young, Alasdair Fraser, Status Quo, Rage Against The Machine y algunos otros, llevarlo a nuevas cotas de mitificación, envolverlo y convertir el pack completo en corte epistemológico.
A las cinco canciones la angustia me golpeaba la espalda y me entraban ganas de salir corriendo. ¿Sería el sonido? Nunca había visto un sonido tan perfecto en un concierto y eso le restaba mucha espontaneidad, y además apenas improvisaban. Pero seguramente el motivo estuviese en otra parte, como por ejemplo estar rodeado por 60.000 españoles a los que AC/DC les importaban un carajo y que daban rienda suelta a los ancestrales hábitos con los que demuestran su retraso mental. No era un concierto de una banda de rock, era un evento, una moda, el lugar donde había que estar, daba igual el nombre, U2, Bruce Springsteen, los Stones o, lamentablemente, AC/DC, y ante eso ni siquiera la banda, que tampoco tuvo la mejor de sus noches, podía hacer nada.
Empiezo a pensar, si Kim Jong Il tirase un misil ahora mismo sobre el Vicente Calderón, me lamentaría por el grupo, por la subsiguiente alegría de los madridistas y por muy poco más (porque los fans reales de AC/DC estaban ailleurs, la vie est ailleurs). Me río un poco de pensarlo, Corea del Norte exterminadora de rockeros de pastel.
De repente recuerdo lo que César Martín contaba acerca de un concierto de AC/DC al que fue en Paris hace más de veinte años, y al darse cuenta de que no lo estaba disfrutando como se merecía salió del estadio con ganas de cortarse las venas. Por lo menos no voy a ser el primero, así que me tranquilizo.
Llega "Shot Down in Flames", no la esperaba, me sorprende y me emociona un poco. Porque, mientras tanto, Malcolm Young se comportaba como el guitarrista rítmico de solidez definitiva, Brian Johnson mostraba una voz fantástica y Angus, en cuanto se soltaba algo en los solos, era Angus en estado puro.
El repertorio desde luego no fue el más adecuado (hasta seis canciones de su nuevo disco, que me parece bastante prescindible). Hubo momentos impagables: "Whole Lotta Rosie", un "Let There Be Rock" que no terminaba nunca, los cañones míticos del "For Those About To Rock", esos dos minutos de comunión eléctrica que todos hemos soñado vivir alguna vez.
Pero la culpa no la tuvo AC/DC, sino esa gente que trasteaba con el movil mientras tocaban "Whole Lotta Rosie" (for God´s sake!), que no conocía más que dos o tres canciones de la banda más importante de los últimos 30 años, la única banda realmente universal con capacidad de conmover y removerle la existencia a cualquiera que pase por ahí... menos a este montón de imbéciles que fueron a beber, ligar y hacer el mono. Y lo dejo ya, porque una más de éstas y me hago hitleriano.
Pero vi a AC/DC!!! E pur si muove!
(Y gigantescos The Answer de teloneros).

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