jueves, 4 de diciembre de 2025

Leer como agresión: el nuevo grito del régimen

Dos episodios recientes han puesto la lectura en su justo lugar. El primero, la denuncia por parte de un tal David Uclés, novelista de éxito y reproductor de consignas a las que ni siquiera es capaz de agregar literatura en ninguna de sus definiciones usuales, de una campaña de desprestigio orquestada por la extrema extrema derecha. La supuesta campaña de desprestigio consistía en... leer su libro. Asombrarse en el sentido más literal del término de sus frases. Compartirlas. Hacer llegar al público de qué está compuesto y a qué sabe un best seller adquirido por, se afirma, más de 200.000 o 300.000 personas.

El segundo, el dichoso libro de Soto Ivars, "Esto no existe". Hago fuerza de esa idea, la labor del juntaletras, en su acepción más noble, debe orientarse a lo que no existe. En ficción, un otro mundo literario. En no ficción, representar lo no representado, lo negado a pesar de su existencia social. Por eso yo siempre defiendo que no existo, y tengo abundantes pruebas de ello. 

Pues bien, el sesudo ensayo del controvertido polemista televisivo no se halló exactamente con el silencio ni con la negación motivada, sino con un furioso grupo de tertulianas que atacaban vehementemente la obra mientras proclamaban encantadas no haberla leído. Lo más habitual: te llaman para ir a la televisión para debatir sobre un libro y lo último que piensas es en leerlo porque... ¿eres mujer, feminista y empoderada? 

Yo recuerdo cuando uno trataba de ocultar que no había leído un libro. Antes de que leer se interpretase como un acto de agresión. 

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