Siempre tuve la edad equivocada. Fui pasando de unas a otras sin orden ni concierto. Crucé por todas las etapas de la vida sin continuidad ni sentido.
Cuando era pequeño, me tenía que poner años en verano para que me aceptasen en los cursos de idiomas del extranjero. Al volver del verano, los perdía. Ese ganar y perder años está en mí. Ahora, desde el final que no es el final, miro para atrás mirando para delante.
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