viernes, 16 de octubre de 2009

LA UNIDAD DEL PUEBLO ARMENIO

Los armenios son un tanto excesivos, pero precisamente por eso tienen un punto de comicidad, visto desde fuera, con la que simpatizo. Un pueblo geográficamente escindido que mantiene obstinadamente su lengua, su cultura y su Iglesia Ortodoxa nacional creada en el siglo I, las mantiene en las comunidades en el exterior, en esos millones de refugiados del genocidio de Atatürk que no tienen ya una tierra a la que volver pero buscan esa tierra a la que vincularse y sobrevivir identitariamente.
Con la firma del Protocolo entre Turquía y la República de Armenia, un texto impresentable que comercia con la sangre del genocidio, permitiendo que se someta a revisión dando voz al agresor, que reconoce las actuales fronteras turcas cerrando la puerta no a una modificación territorial sino a la posibilidad del retorno, e incluso que da pie a una ridícula mediación turca en el conflicto con Azerbayan, la unidad del pueblo armenio se ha quebrado sentimentalmente, la diáspora ha visto cómo la cercenaban de golpe.
Admiro profundamente la transmisión intergeneracional de la identidad armenia en las comunidades del exterior, principalmente en Oriente Medio (Siria, Líbano, Irán, Iraq), ese ejemplo vivo de verdadera convivencia intercultural en la que la arabización o iranización no implicaba dejar de ser armenio, sino adquirir una identidad original y dual que se explicaba por la inexistencia real de una Armenia a la que regresar, puesto que en la Armenia Occidental aniquilada no hay armenios ni puede haberlos hasta que el kemalismo se derrumbe. De ahí la obsesión de la condena del genocidio, el crimen originario que les extirpó la Patria para siempre.
El Gobierno de la República ex-soviética de Armenia (Armenia Oriental) no cuenta con ninguna legitimidad para firmar el Protocolo, para borrar la existencia de Armenia Occidental. Una Armenia quizá ilusoria, pero gracias a la que la mayoría del pueblo armenio, la diáspora, sigue viéndose a sí misma como parte de algo mayor que ellos mismos, algo que, aunque materialmente desposeidos, nadie les podía arrebatar.

HOUSE LUCHANDO EN EL PSIQUIÁTRICO

- Te han derrotado.
- No me han derrotado. Me he roto.

miércoles, 7 de octubre de 2009

CHINESE DEMOCRACY: UN CLÁSICO DEL SIGLO XXI

Habiendo transcurrido varios meses desde su lanzamiento, es hora de hablar de la música y dejar el contexto y los factores extramusicales atrás. Trece años de grabación, chistes innumerables sobre un disco que pensábamos jamás vería la luz, canciones sueltas presentadas en directo y que hacían temer lo peor, desvaríos industriales chapuceros, cambios de formación hasta no saber quién toca en cada tema sin la ayuda hipotética de un ensayo de por lo menos 650 páginas, y ante todo: este no es un disco de Guns n´Roses. Nada de eso importa.
Surgido de un Axl Rose cercano al estado mental del Brian Wilson de "Smile", la excentricidad sobrevuela el álbum sin llegar a poseerlo. Se trata del disco presumiblemente más caro de la historia y la producción ni siquiera llega a sonar del todo bien. Compositivamente algunos fragmentos se van a Nine Inch Nails y otros casi a Elton John (Queen hubiese quedado mejor, pero estoy convencido de que tenía en mente a Elton John), y sin embargo el talento que Axl retiene todavía le hace guardar una cierta unicidad, claro que la unidad de la obra no aparece por ninguna parte. Pero, otra vez, nada de eso importa; clásicos del siglo XXI, quién los entiende...
¿Qué destacar entonces? ¿Una grandilocuencia que irradia magnetismo? ¿Las reminiscencias de "Use Your Illusion"? "Chinese Democracy" debería de considerarse un clásico incluso desconociendo los motivos concretos. Y cada cierto tiempo hay que volver a escucharlo, escucharlo y descubrir cosas nuevas en él.

JERRY LEE LEWIS QUEMANDO EL PIANO

Hasta aquí ha llegado el pragmatismo de la sumisión. La próxima vez que traten de humillarme, en lugar del escudo del silencio obligatorio y la indiferencia fingida, se desatará un torrente de ira sagrada. ¿Por qué? Porque no tengo nada que perder pero sí algo que conservar: la salud mental y la dignidad. Y también porque todos hemos querido ser alguna vez como Jerry Lee, tocar el piano con los pies, anticipar el punk y no temer al fuego, la destrucción y lo desconocido.

viernes, 2 de octubre de 2009

"Je ne cherche pas, je trouve"
(Pablo Picasso)

GIANNI VATIMO (2): EL ATAQUE DEL PENSAMIENTO DÉBIL

El libro de filosofía de 3º de BUP generaba un maniqueismo instantáneo en quien lo abriese: Marx y los existencialistas Vs el personalismo de Mounier y el pensamiento débil de Vatimo. Por eso, leía con incredulidad creciente los artículos publicados por Vatimo en el siglo XXI en los que daba muestras de un antiimperialismo exponencialmente agigantado; pero yo pensaba, "cuánto ha cambiado el mundo en tan poco tiempo que hasta el amigo Gianni parece un radical".
El protagonista explica que los motivos de esta autotransformación surgen de su estancia en Estrasburgo como eurodiputado en el seno de los Demócratas de Izquierda (DS) italianos, donde se dio cuenta (los filósofos deben ser perceptivamente algo lentos) de que ni los partidos políticos tradicionales ni las instituciones ni la Unión Europea servían para alcanzar ningún fin loable. Sólo me viene a la memoria un caso similar de radicalización política en el interior de las instituciones, el de Rubert de Ventós, un filósofo catalán que aterrizó en Madrid como diputado del PSC-PSOE en 1982 y salió de las Cortes convertido en independentista, después de sufrir vivencias traumáticas como ir a cenar con sus entonces correligionarios y verlos borrachos perdidos tras la ingesta masiva de vino cantando "Asturias patria querida".
Retornando a Vatimo, para comprender lo que le ocurrió basta transcribir unos fragmentos cronológicamente ordenados, por más que se empeñe en que la esencia de su teoría filosófica, el pensamiento débil, sigue ahí (!). Así, en enero de 2002 aún argumentaba, con una perspectiva relativamente social-liberal, acerca de la "importancia del horizonte europeo para una economía capaz de desarrollarse saliendo del sometimiento a Estados Unidos y manteniendo un modelo social atento a la solidaridad entre clases y generaciones (...) con el euro convertido en moneda real (...) en la vía no garantizada plenamente pero posible de una plena realización de las potencialidades económicas del continente" bajo "la existencia de una Unión "europea" fuerte en el sentido de la fidelidad a una tradición política inspirada en valores como la igualdad y la solidaridad". Blah blah blah.
Pero, en marzo de 2004, escribía "¿Y si la voluntad hegemónica a la que no deberemos plegarnos para garantizar un futuro a la paz y a la democracia fuese precisamente la del neoimperialismo de los Estados Unidos? (...) Si es cierto que no hay terceras vías -en el plano del orden capitalista interno, pero, sobre todo, en el de las relaciones internacionales- entonces, nosotros estamos del lado de los enemigos de la civilización occidental".
Esto no es nada comparado con el apoteósico desvarío que el filósofo nos ofrendó en 2007 y que se merece una veneración duradera: "Ya que, como decía el Presidente Mao, la revolución sigue sin ser una invitación a cenar, sino más bien algo "violento", aunque no necesariamente sanguinario, también la hipócrita preocupación por el valor de la vida, siempre y en toda circunstancia, me parecía que debía ser discutida. Sigo pensando que las únicas guerras por las que merece la pena luchar son las guerras revolucionarias".
Y yo que creía que poner una al lado de otra las palabras Presidente y Mao constituía una costumbre exclusivamente personal... Con todos vosotros Gianni Vatimo, el hombre que confiesa que "Siempre llega un momento en que caemos del caballo y nos convertimos. Para muchos de nosotros, el momento de la reconversión al comunismo ha sido la guerra iraquí".