lunes, 16 de junio de 2025
Teníamos razón pero no tenemos dinero
martes, 10 de junio de 2025
Un quinquenio que se va
Hace unas semanas quería comunicar mi abandono de la docencia, ante la degradación imparable de la educación y la precarización insoportable de las condiciones. Puesto que se aguantan condiciones imposibles porque se está contribuyendo a la educación, así que desde el momento en que contribuir a la educación está prohibido, la farsa se cae.
No me iré bajo los aplausos de mis alumnos/as, porque los he hecho sudar y eso no se aplaude. En las encuestas -que incomprensiblemente puntúan-, lucho por estar algo por encima de la media -y lo consigo-, gracias a un extenuante trabajo propio nunca reconocido. Por supuesto, hay una forma de superar todas las encuestas y recibir el aplauso de todos los organismos: regalar las notas. También, hay otra forma: ser un asistente de los alumnos. Pero no conozco ninguna pedagogía que diga que el profesor es el asistente o ayudante de sus alumnos, dentro de las teorías acerca de la enseñanza-aprendizaje, por más innovadoras que parezcan.
Tampoco me iré bajo los abucheos de mis alumnos/as, porque alguno de ellos tiene pudor, aunque no me libro de un par de quejas formales por año, que no tengo problema en sortear, debido a la formación jurídica y mi mal vista seriedad. En todo caso, el departamento de recursos humanos tiene un montón de anotaciones que nunca me enseñará, y recurrentes reclamaciones salariales perdidas cuando pretendían cerrar el año sin ni siquiera pagar una miseria. Todos los cursos -éste aún no- me peleo con la misma persona de recursos humanos para ello, y cada año ha ascendido más.
Aunque esta situación no tiene tanto que ver con el debate de lo público y lo privado, y que quizá la degradación de la educación se ha producido vía educación pública o con la educación pública como vanguardia, sí quiero hacer una anotación al respecto:
Desde que el Gobierno de España ha afirmado rotundamente que la educación privada regala los títulos, el alumnado y la universidad nos exigen regalarlos. Han convertido un tabú en la oficialidad.
La destrucción de todos los niveles educativos es irreversible y está culminada. Yo simplemente no voy a participar en ella, ni como espectador ni como agente activo. La batalla la hemos dado, pero la hemos dado solos, sin contacto con otros, en nuestras casas, trabajando hasta el exceso por nada, siguiendo un fin loable hasta su extinción. ¿Y por qué lo hemos hecho? Porque otros nos lo enseñaron.
Y ya no.