A plenitude é unha vinganza feita para o alén, escribí hace demasiado tiempo. Me vuelve a la cabeza como guía, igual que el espíritu incansable.
La defensa de los trabajadores tiene mala prensa. No la defensa de los trabajadores como Iglesia, como retórica, sino la defensa de los trabajadores a manos de los trabajadores. Pues ya se sabe que, para la clase dominante gubernamental, los trabajadores somos escoria. ¿Qué domina la clase dominante gubernamental? Los medios de producción de opresión.
Y, entre opresión y opresión, no cuantificable, entre disco de Cinderella y disco de Dokken, no invocable a pesar de su escalera hacia la plenitud o hacia el cielo, en su forma más sleazy, alcanzamos la fórmula que buscábamos descubrir:
El aparato de opresión no permite la defensa de los derechos de los trabajadores sin intermediarios. Y el intermediario nunca te defiende, por eso tomas tu defensa en tus propias manos y te preparas para la guerra. La serpiente blanca, los santos y pecadores, Here I Go Again On My Own.